Las inteligencias múltiples y el desarrollo de talentos
Las
inteligencias múltiples y el desarrollo de talentos
FERNANDO
HORACIO LAPALMA
Director
general de Lapalma Consultores, México
En
Revista Iberoamericana de Educación (ISSN): 1681-56531
La aceptación cada
vez más universal del concepto de cognición distribuida, hace que al hablar de talentos,
se deba especificar en qué inteligencia.
Desde que Howard
Gardner presentase su enfoque de las inteligencias múltiples, ya no es posible
expresar con seriedad académica, que tal u otro niño es un talento.
La pregunta
inmediata que surge es: talento ¿en qué? Pues es indudable que se puede ser un
talento en música, en matemáticas, en lengua, en dibujo, en deportes, en
relaciones interpersonales y así en cada una de las inteligencias. Y no en
todas por igual.
Cuántos ejemplos
de esto nos da la vida. Cuántos músicos brillantes son solo eso, músicos talentosos.
Cuántos deportistas son solo eso, personas descollantes en su deporte. Cuántos
escritores son nada más que exitosos en esa área. Y podríamos continuar así con
muchos de los talentos que conozcamos.
No quiero
significar con esto que una persona no pueda ser talentosa en varias
inteligencias a la vez. Lo que quiero significar es que el talento se da por
inteligencias. Y sí, puede darse, que un sujeto haya desarrollado sus talentos
en varias inteligencias. Haya desarrollado su talento… ¿Es que el talento puede
desarrollarse? ¡Por supuesto!
Creo firmemente
que todos los niños sanos, que han tenido una buena vida intrauterina son
talentos potenciales en busca de una oportuna y acertada estimulación.
Estimulación que tantas veces les es negada por padres y docentes no
actualizados. Estimulación que debe ser acompañada por atención, por
aceptación, por afecto y por reconocimiento del logro.
Pero párrafos
atrás dije niños con una buena vida intrauterina. ¿Qué significa esto? Nuestro
cerebro crece en el embrión a una velocidad de 250.000 células cerebrales por
minuto, si este está bien nutrido. Este desarrollo que comienza en el vientre
materno ha de finalizar a los seis años aproximadamente. El cerebro crece en
etapas específicas, en momentos específicos, la ausencia de nutrientes
esenciales en esas etapas puede causar importantes e inhibidores daños para el
aprendizaje. Una de las deficiencias más graves es la de las grasas esenciales.
Estas son las que se necesitan para formar las células, especialmente las
cerebrales.
La presencia de
zinc, hierro, ácido fólico es de rigor en una dieta sensata durante el
embarazo. Digámoslo así: mucha fruta, verdura, nueces, pescado y carne magra. A
lo que hay que agregar los tres “no”: no tabaco, no alcohol, no drogas. Luego
del nacimiento la dieta sigue siendo importantísima. El tema pasa, por la
mielinización de las neuronas. Este proceso ocurre en el bebé, en parte, antes
del nacimiento, y se da en los patrones nerviosos que le habrán de permitir
succionar, llorar y mover los dedos. Pero los patrones neuronales necesarios
para hablar, caminar y controlar los esfínteres todavía no están mielinizados.
Alrededor del 75%
de la mielina proviene de las grasas esenciales, el resto de las proteínas. Los
periodos del desarrollo temprano se dan en concordancia con el proceso de
mielinización. El desarrollo de este proceso se da, de arriba hacia abajo y de
la parte posterior hacia la frontal. Por eso el niño aprende a producir sonidos
antes que a caminar. Los axones largos que movilizan músculos y pie tardan más
en mielinizarse que los axones que inervan lengua y laringe. Lo mismo pasa con
la visión que se da antes que el habla. Aquí lo que sucede es que el nervio
óptico que está en la parte posterior del cerebro mieliniza con anterioridad al
centro del habla, que está en la zona de Brocca, en ubicación mucho más
frontal.
Cuando las
neuronas, sus axones, están mielinizados, la velocidad de trasmisión del
impulso bioeléctrico es doce veces mayor que antes. Esta velocidad es capaz de
llegar a 150 millas por segundo. Sobre esta base física de neuronas y
neuroglias, sobre su estado, desarrollo o nivel, se asienta la capacidad de
aprender del ser humano.
Las
investigaciones han probado que las personas desarrollan el 50% de su capacidad
de aprender en los primeros 4 años de vida, y luego un 30% más hacia los 8
años. En otras palabras, en esos primeros años conforma los principales
trayectos de aprendizaje. Todo lo que aprenda durante el resto de su vida lo
hará sobre esta base. Y será la estimulación y la libertad de hacer, lo que
permita su desarrollo.
El niño comienza
con seis patrones principales a investigar el mundo. Estos son los cinco
sentidos y hacer físico.
El niño aprende
haciendo. Cada vez que hace algo bien, establece un nuevo patrón, si esta
experiencia es nueva. Si la experiencia es conocida entonces expande sus
contactos entre axones y dentritas, construyendo más y más conexiones
interactivas. Las células cerebrales están diseñadas para recibir estimulación
y crecer de esta manera. A partir de los 10 años las redes neuronales no
estimuladas comienzan a morir. La base física, de nuestras inteligencias,
evoluciona con esta dependencia de la nutrición, y ya vimos por qué.
Sigamos ahora con
la otra variable de este fenómeno, que no por ser propio de todos nosotros, los
seres humanos, deja de sorprendernos. Me refiero a la oportunidad y forma de la
estimulación, verdadera madre del talento.
Estamos de acuerdo
en que existen diferentes inteligencias. Que éstas tienen una evolución
diferente y un sistema propio de comunicación. Que si bien trabajan
entrelazadas, todas tienen circuitos neuronales específicos. Es lógico pensar
entonces que habrá momentos y estrategias ideales de presentación y aplicación
de estímulos que apunten al desarrollo y fortalecimiento del aprendizaje.
El propio Gardner
habla de esa apertura fantástica de la inteligencia musical que se produce acercándose
a los cuatro años. Apertura que de ser aprovechada ha de producir al menos
talentos, de máxima tal vez genios. La prueba es que todos los niños prodigio
musicales lo hicieron a partir de los cuatro años.
Como sabemos, este
suceso tan relevante solo se da en la inteligencia musical. No obstante esto,
analizando la evolución de las otras inteligencias también podemos hallar
momentos oportunos, óptimos de estimulación.
Probablemente será
el mismo niño que en libertad de hacer y siguiendo el impulso o la motivación
de sus tendencias, nos dirá él cuando. Habrá que respetar este “timing” y
elegir la estrategia adecuada.
En el proceso de
enseñanza aprendizaje hablamos de estrategias didácticas para cada
inteligencia. Que no son otra cosa que la utilización de las habilidades del
niño para aprender a través de ellas. Conducta y aprendizaje están engarzadas
por la curiosidad, indicándonos cómo necesita capacitarse el pequeño.
Si comprendemos
que la práctica hace la maestría, se descubre con facilidad que el refuerzo en
el uso de estrategias apropiadas incrementará la capacidad del niño en la
inteligencia correspondiente. Lo que está bien, pero recordemos que estas, las
inteligencias, trabajan entrelazadas, así que una estrategia, un juego, un
desafío puede estimular a varias a la vez. Lo mismo ocurre con los entornos
didácticos que podemos crear. Estos son fuentes de motivación a la acción, a la
pregunta y por ende al aprendizaje. Comienza con el asombro y termina en el
conocimiento. Pensemos en los museos interactivos, en esos paraísos del niño,
donde está prohibido no tocar. ¡Qué invitación más linda y estimulante para la
acción y el aprendizaje!
Algo más que no
debe faltar, la alegría. Si cuando estamos “trabajando” con el niño no nos
divertimos, los dos, algo estamos haciendo mal. El aprendizaje, el crecimiento
en el conocimiento, el acercamiento al talento debe ser divertido. Nuestro
mejor aliado es el juego. Los niños y cuando más pequeños más aún tienen una
atención corta y lábil. El secreto pasa entonces por hacer las tareas de
desarrollo gratas y divertidas.
Los talentos no
nacen, se hacen. Y es mucho lo que podemos hacer por ello. Libertad para la
creatividad, aceptación para el error, que el niño mismo aprenda a corregir.
Afecto y reconocimiento permanente. El “feedback” debe ser inmediato, positivo,
alentador.
La escuela de
talentos más importante tiene por docentes a los padres y por continuadores a
los educadores. El niño nunca es chico para aprender lo que él quiere aprender.
Se equivocan esos padres que responden con negación al niño que pide hacer algo
que a ellos le parece que no corresponde a su edad.
Tal vez sea
trepar, probar la bicicleta, pintar, jugar con la computadora, usar el control
remoto… Cuántas veces nuestros miedos perjudican los saltos al talento de
nuestros hijos. Los inhibimos con nuestros “no” y la constancia en esta actitud
crea la pasividad o el abandono de la iniciativa creadora. El niño aprende, a
que se le diga qué tiene que aprender. Tal vez, sea esta la peor mediación que
se pueda hacer, el más bajo enriquecimiento instrumental que podemos dar.
Resumiendo,
podemos ayudar a nuestros bebés a ser talentos en alguna inteligencia. Ellos
nos indicarán en cuales, pues traen un bagaje genético inicial que se
manifestará en tendencias hacia la práctica de habilidades de alguna
inteligencia específica. Sencillamente preferirán hacer algunas cosas antes que
otras. Nuestra responsabilidad empieza con una dieta completa y apropiada, que
provea grasas esenciales para el cerebro y no grasas comunes para la cintura.
Continúa con el aprendizaje de qué hacer como padres. No podemos copiar el
modelo que usaron con nosotros, lamentablemente suele estar errado. Y esto no
es una crítica hacia nuestros progenitores, ellos hicieron lo que sabían hacer.
El problema es que hoy se sabe mucho más y es un pecado no usar ese
conocimiento en hacer hijos mejores, más capacitados y más felices. Como por
ejemplo sabemos que existen múltiples inteligencias y que todos los niños
destacan en algunas. Sabemos que tienen el derecho a ser diferentes a nosotros.
Así que si es excelente con la música ayudémoslo a llegar a talento. No lo
obliguemos a que como el padre soñó con ser escritor, él sea un talento lingüístico.
Simplemente porque no lo lograremos y además tampoco será talento en el área
musical. Él solo aprenderá que no puede satisfacer a sus padres. Vivencias de
este tipo probablemente lo harán desistir más adelante ante las dificultades.
Estimulémoslo con desafíos aceptados por él, sobre el área de desarrollo
intelectivo de su preferencia. Con cuidado ante los riesgos físicos o
emocionales, pero permitiendo siempre el desafío a su poder alcanzado.
Alentándolo con alegría, compartiendo el éxito y aplaudiéndolo. Dejando que
preferentemente resuelva solo los errores, como otro desafío a su creatividad.
Y no olvidando que jugando se aprende y porque, como dice la canción, “El
tiempo de jugar es el mejor”.
Existen
estrategias de desarrollo para cada inteligencia. Siempre estimularán más de
una inteligencia pero son indicadas para el progreso de estas. Pero nosotros
podemos crear más estrategias y utilizarlas acertadamente. El ambiente, el
entorno del niño debe ser estimulante. El bebé necesita estímulos fuertes,
usemos colores brillantes y plenos aunque la moda sea pálidos colores pasteles.
Abracémoslo con fuerza pero no lo estrujemos. Hablemos fuerte y claro, pero no
le gritemos, a menos que ya hayamos logrado hacerlo medio sordo. Que viva el
sol, su calor y su luminosidad. Que se conmueva con el viento, sin que se nos
vuele...
En fin, criterio
común, razonamiento lógico, comprensión, ayuda y amor. Démosles a nuestros
hijosel permiso para ser talentos en alguna inteligencia. ¿Cuál? ¡La que ellos
prefieran!
Bibliografía
GARDNER Howard: Estructuras de la mente, México,
Fondo de Cultura Económica, 1987.
Inteligencias múltiples, España, Paidós, 1995.
La mente no escolarizada, España, Paidós, 1993.
El
Proyecto Spectrum, España, Morata, 2000.
La educación de la mente y el conocimiento de
las disciplinas , España, Paidós, 1999.
La inteligencia reformulada, España, Paidós,
1999.
DRYDEN Gordon, y VOS Jeannette: La revolución
del aprendizaje, México, Editorial Tomo, 2002.
LAPALMA, Fernando Horacio: El sueño de multin.,
Argentina, IMAN, 2001.
⎯ : El llavero, México, Editorial Tomo, 2004.

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